Y las fuerzas desbravadas,
y un cajón lleno de dudas,
y las ganas desganadas
por tantas frases desnudas,

Gritando apenas sin fuerzas, porque ni el paso del tiempo me ha enseñado a dosificarlas ni, mucho menos, a mantenerlas. Así que cada vez son menos y, ni tan solo, son suficientes para acompañar mi desgana. Mis dudas sin resolver, una vez más. Mis noches frías, como las de ayer.
Pese a ello, todavía brillan mis ojos cuando escucho tu nombre, todavía sonríe mi boca cuando mis neuronas te recuerdan.
Sé sin duda que algún dia apreciaras el valor de los gestos, de las intenciones, de las palabaras, de los sentimientos sinceros. Sé que un día te herirán y sufrirás, y entonces vendrás a llorarme. Y los años te darán coraje y comprensión, y superarás el miedo. Pero decir esto ahora no me sirve para nada, ni tan solo para consolar este corazón rasgado. Rasgado porque no tuviste el valor de romperlo. Y realmente me alegro que no lo hayas roto, ya que ni tan siquiera te has acercado a él, muriéndote de miedo. Del mismo modo que ahora me muero yo de miedo arrojando la toalla. Miedo de la duda, de querer y no poder, de tener una vida que me mira, me observa, me vigila y me contempla. Y pese a ello, mi vida calla. Tu corazón, sordo, la imita.
1 comentario:
Ostras qué duro poeta...Qué bien expresado el dolor. Me hacía daño sólo de leerlo. Las viejas heridas se resentían.
Espero que estés bien.
Cuidate y nos vemos pronto
Publicar un comentario