Siempre nos quedará Paris

Un fin de semana diferente. Una escapada a lo desconocido. Te vas ¿a dónde? No lo se, pero me voy. Estoy cansado de conducir. ¿Ya hemos llegado? No, ahora cogemos el avión. No puede ser, ¿dónde vamos? Abre la cremallera y saca la guía, ahi lo tienes. Vámonos. No me lo puedo creer. Facturamos. Seguridad ¿lleváis los billetes? Si, bueno, la verdad es que me acabo de enterar que nos vamos.

Velocidad, mareos y antelación en la llegada. Bus, Metro, Sueño. No me lo puedo creer. ¿Que voy a hacer contigo? Estoy flipando. Deambulamos, observamos, admiramos, les hacemos fotos, nos hacen fotos, unas cortadas, otras también. Esta tía tiene la puntería para hacer fotos donde yo me sé. Mira la caperucita. Opera, Decathlon, Calcetines, Madalena. No me lo puedo creer. Metro. Música. No llevo dinero - Con tu sonrisa es suficiente. Descanso. ¿Que tal por la tele? Charla. Descanso. Salimos. Caminar, caminar, caminar. ¿Que vas a hacer conmigo? Postales, Dali, sexo, molinos y grone en las disco. Cierra los ojos, ven. Ábrelos. Mira! Metro, Sueño.

Salimos. Mercadillo, mandarinas, camisetas. No me lo puedo creer. Estampado de manzana. Metro, Baguettes, Corazón. Metro. Cagada de paloma. Le Penseur (¿dónde estaba?). Fotos, más fotos. Quiero un Ibiza. No lo eches. Lo eché. Firmamos en el libro: vale la pena volver. Compramos comida. Patines. No me lo puedo creer. Metro. Hamburguesa. Gracias por todo. Nos vamos.

Exhaustos, no lo perdimos, por poco. Llueve, llegamos. Facturamos. Volvemos. Estoy flipando. Aun no me lo puedo creer. Hielo. Agua. Se acabó. Estamos rendidos. Todavía flipo, no lo acabo de asimilar.
Necesito desempanarme. Definitivamente un par de ostias dolorosas es lo que necesito.
Y sino, siempre nos quedará Paris.