21 enero 2008

Hace meses Carlos me contó que su vida iba por objetivos. Que necesita proponerse algo y conseguirlo. A veces falla, a veces no le funciona, pero esta es la única forma que tiene de sentirse realizado en la vida. A Carlos no le importa el compromiso, lo rehuye, lo rechaza, lo ignora. Fue capaz de traicionar a un compañero de trabajo, también amigo suyo, por tal de conseguir un aumento de sueldo. Lo dejó en evidencia ante su jefe sin pudor alguno, y consiguió su puesto de coordinador técnico. Prioriza todo al momento, al minuto, dejando de lado todo aquello a lo que se había comprometido. Cuando le gusta una chica, va a por ella y, si ella decide que sólo quiere tenerle como amigo, él decide que sólo quiere tenerla como novia. Dice que si ellas tienen el derecho de elegir, él también, si no quieren lo mismo las olvida y sigue su marcha. Sabe que vivir el momento significa eso, hacer lo que le apetezca en cada momento idependientemente del daño que cause a los demás.

Un dia le dije que eso no podía funcionar. Y el tiempo, a veces, nos da la razón: uno siempre recoge los frutos de lo que siembra. Y algunos no se dan cuenta que están plantando tomates en un campo de trigo. La verdad es que, después de muchos años, Carlos ha perdido cosas y gente maravillosa por el camino. Ha perdido amigos, ha perdido momentos compartidos y ha perdido tal vez al amor de su vida. Ha ganado alguna que otra batalla, pero su disfrute ha sido efímero, escaso y sin plenitud. Tiene sus dudas, pero sabe que ahora su vida no le llena. Está sumido en un pozo del que no sabe salir y se está planteando cambiar. Sigo pensando que el tiempo pone a cada uno en su lugar.

El poeta es un fingidor.
Finge tan profundamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive,
Sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.
(F.Pessoa)




No hay comentarios: