25 octubre 2005

Sueño erótico

Cuatro paredes grises fueron testigo silencioso y abstracto de un sueño erótico inimaginable.
Dulce, serena, morena era ella aunque no muy bella, pero con un cuerpo exhuberante, fantasiosamente deseable. Sus ojos brillaban en la penunbra cual los de una pantera negra en la jungla. Yo estaba casi en trance cuando empezó a desnudarse y se acercaba hacia mi. Nos fundimos en un solo cuerpo y al abrazarla fuertemente la sangre me hirvió de repente. Su boca lentamente recorrió todas las partes de mi cuerpo. Entonces creí tocar el cielo. Momentos de máximo apogeo, de salvaje pasión. Dos cuerpos, un mundo, un pensamiento. Ya estábamos llegando al clímax cuando sucedió lo inesperado. Me desperté bruscamente en el suelo tirado, desnudo, sudando y decepcionado.

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